¿Cómo publicar?

Carmen Macedo Odilón

Llega un momento en la vida de toda aquella persona que escribe en el que considera que su obra está lista para ser lanzada al mundo. De la misma forma en que las aves dejan el nido, el texto —ya revisado, calado y garantizado— tiene ante sí dos posibilidades en su salida del anonimato: ser publicado o no. Pero, antes que fantasear con el éxito, es importante mencionar que vivimos en una época en la que proliferan las revistas literarias, fanzines, comunidades de escritores, proyectos de difusión cultural, colectivos y páginas web; donde las editoriales independientes abren sus puertas para dar rienda suelta a una labor que busca dar a conocer lo que se está escribiendo en este momento; por otro lado, los concursos literarios se muestran como oportunidades que buscan recompensar los temas más atrevidos, las historias más audaces, las estructuras más desafiantes, o en el mejor de los casos, todo lo anterior.

Pero ¿cómo se llega hasta ahí, a la tierra de los campeones? Si se es muy afortunado o se nace genio, como aquellos que aparecen cada cien años, basta con lanzar el texto a la convocatoria más provocadora o prestigiosa: el resto será historia, y con un cheque de por medio. Para el resto de la población escritora, lo más conveniente es ir un paso a la vez. Si se tiene un texto —de cualquier género— que ya pasó por el filtro de un taller de escritura, el visto bueno de una persona de confianza, la revisión ortográfica de un procesador de texto y la lectura en voz alta —aspecto importantísimo y constantemente ignorado—, si ya se le dejó descansar y está en su punto, es tiempo de decidir qué hacer con él: ¿publicación física o virtual?, ¿en qué tipo de sitio o revista?, ¿para una antología o un concurso? 

En un principio, parece que no hay grandes diferencias y que lo importante es mandar por mandar, pero quien empieza su camino en la escritura debe ser consciente de que cada medio cuenta con sus beneficios y sus limitantes. Por ejemplo: la publicación en páginas electrónicas tienen caducidad, dado que estas plataformas suben contenido de manera frecuente, mientras que una revista virtual —de acuerdo con su periodicidad— avanza número a número, por lo que un escrito es visible durante el intervalo entre publicaciones. Una antología virtual es una obra colectiva que concluye luego de su lanzamiento; al respecto, el proceso de selección de textos suele ser más riguroso, dado que el número de participaciones está limitado por las características de la publicación. Un desafío de tal envergadura implica, para quien inicia su camino literario, una oportunidad que pareciera ser más atractiva, pero cabe mencionar que ese «pareciera», en ocasiones, puede ser engañoso, y más adelante se verá el porqué.

De la misma forma en que las aves dejan el nido, el texto —ya revisado, calado y garantizado— tiene ante sí dos posibilidades en su salida del anonimato: ser publicado o no.

Por otro lado, las convocatorias que incluyen una publicación física, llámese revista, fanzine o libro, suelen ser más atractivas porque dan la impresión de ser proyectos serios, y no solo por el hecho de que su realización implica costos,de imprenta, sino porque necesita de un trabajo intelectual de planeación, así como de edición, corrección y diseño. Por consiguiente, no es una sorpresa que estos llamados tengan mayor afluencia de participantes, dado que ¿a quién no le gustaría ver su nombre impreso en papel? Pasar las hojas a través de las cuales un poema, ensayo, cuento o microficción salta a un plano físico; un espacio donde cabe una dedicatoria; el ejemplar que con orgullo se coloca en una repisa, escritorio o librero.

No obstante, aunque la idea de tinta sobre papel parece la más deseable, no está de más considerar las ventajas de distribución de una publicación digital, que por lo general son de libre acceso y pueden compartirse con solo un clic a lo largo y ancho del mundo, aspecto sumamente complicado para una publicación tradicional. Como alternativa, existen algunas revistas que cuentan con ambas versiones: virtuales de libre acceso e impresas para coleccionistas y entusiastas del papel. Este aspecto me parece una enorme bandera verde cuando se elige un espacio para publicar, mas nunca hay que olvidar que muchos proyectos literarios diseñan sus propuestas con base en sus recursos, tanto humanos como financieros, y que la gran mayoría de los colectivos son agrupaciones autogestivas, por lo que sería desconsiderado exigirles más de lo que pueden ofrecer.

En el caso de los escritos que participan en concursos, es de utilidad saber que son pocos los certámenes de prestigio que ofrecen una publicación más allá del primer lugar. En cuanto a concursos locales, los textos finalistas suelen aparecer en sitios web, con lo que los textos pierden su carácter de inédito, por lo que se limitan las posibilidades que dichas obras tendrán más adelante para ser consideradas en otros proyectos; esto, claro, según las políticas de publicación que cada espacio considere pertinentes.

De modo que, ¿cómo elegir a dónde mandar un texto? Si el autor ha decidido participar en convocatorias literarias, no es de extrañar que quiera incursionar en todas las que encuentre, porque existe un impulso creativo, y la sensación de querer comerse el mundo a bocados tan grandes como las ansias de ser leídos. Por ende, es común caer en alguna de las siguientes situaciones:

¿A quién no le gustaría ver su nombre impreso en papel? Pasar las hojas a través de las cuales un poema, ensayo, cuento o microficción salta a un plano físico.

Por lo general, un éxito viene luego de una serie de rechazos, y tarde o temprano , ¡bam!, el texto es aceptado. Después de la euforia del momento y la sensación de grandeza, comienza el proceso de edición, en el que debe haber comunicación entre editor y autor. Este asunto es de vital importancia porque, después del dictamen, con una lectura a conciencia se logran identificar aquellas posibles correcciones y/o sugerencias que le hacen ver a quien escribe cómo mejorar su obra. Cuando esta se encuentre disponible al público, será una versión final a la que se le brindó el tratamiento que se espera de una editorial o proyecto cultural con pensamiento crítico y conocimiento literario.

No obstante, si la publicación omite este paso y la obra se presenta tal cual se envió, se debe a dos razones: a que el original era perfecto —lo que es motivo de desconfianza—, o que la revista, blog, página, antología, etc., solo hizo una compilación de obras donde, en el mejor de los casos, se realizó una corrección ortotipográfica para evitar erratas nimias. Algunas personas dirán que la corrección mínima se hace para que la obra no pierda su esencia autoral, pero en otros casos se debe a que no se cuenta con una persona capacitada que realice el oficio de corrección de estilo: una labor que significa más que poner o quitar tildes, comas y solucionar errores ortográficos.

El autor que comienza a publicar también debe tener un ojo crítico que le ayude a evaluar dónde seguir publicando y dónde no: de acuerdo con sus necesidades de autorrealización, expresión artística, intereses literarios e incluso ideológicos. Solo así, a ensayo y error, sabrá en qué convocatorias vale la pena participar y cuáles existen para sacar dinero; qué editoriales están comprometidas con los proyectos —incluso a costa de su estabilidad financiera—, y dónde alguien puede sentirse como en casa: en un ambiente de respeto, interés y responsabilidad mutua; proyectos donde lo importante no es quién se es, sino lo que se escribe.

Cuando se encuentra un sitio así, estimada escritora y autor que apenas está comenzando, te darás cuenta de que la literatura es el medio en el que surgen voces que no se extinguen en el aire, sino que perduran más allá de un momento y transitan de lo físico a lo virtual: gracias a quienes idean proyectos culturales y creen en lo que personas como tú tienen qué decir.

Carmen Macedo Odilón(Ciudad de México)Licenciada en Lengua y literatura hispánicas y de Creación literaria. Ha publicado cuentos en las antologías de Editorial Escalante, y de manera virtual, ensayos, relatos, cuentos y artículos en revistas literarias, académicas y fanzines.