Número 7
En el imaginario colectivo, se dice que el número siete es un número especial por diversas razones: es cabalístico, según la religión que se profese o las creencias esotéricas que uno posea; siete son los pecados capitales del cristianismo, pero también tiene que ver con la magia y el ocultismo paganos. También suele ser el número más elegido entre el uno y el diez. En fin: las posibilidades son amplias, pero para Cuentística, el siete es un número para celebrar.
Con esta edición cumplo dos años desde que decidí fundar la revista, en la que he publicado a más de cuarenta escritores del mundo hispano, o con un interés por nuestra lengua. Esto es, por sí mismo, un dato fenomenal, porque como he sostenido en otras ocasiones (y quienes me han acompañado en este período lo saben de sobra): no se trata de publicar por publicar, para llenar un espacio o por consideración con los amigos. En este sentido, Cuentística aspira a convertirse en la revista literaria de los artistas contemporáneos. Eso es algo que no se construye con dádivas ni por casualidad: se requiere disciplina y un criterio sostenido para mantener la calidad. Esta receta simplona no asegura el éxito, pero al menos marca una dirección que, de seguirse, te llevará a descubrir autores que deberían tener más reconocimiento.
Esta es la razón primordial de la existencia de Cuentística: abrirle espacio a esos escritores que se toman en serio la literatura y que van construyendo una obra personal.
Es por eso que la selección para este número es ejemplar: por primera vez pude preseleccionar a al menos una veintena de relatos que bien pudieron formar parte de esta antología. Sin embargo, los que conforman este número se llevaron las palmas y el reconocimiento final. No obstante, debo reconocer el talento de esos autores que se quedaron a un paso, y los invito a seguir participando en las próximas convocatorias. La literatura es una disciplina, y como tal, hay que ser constantes y determinados.
Y como nunca hay dicha sin pena, la celebración del aniversario marca también el final de la segunda temporada, y con ella despedimos a nuestros queridos colaboradores que con sus admirables secciones han enriquecido invaluablemente las páginas de esta revista. Para ellos: infinitas gracias, y los deseos de reencontrarnos pronto. Ojalá que ustedes hayan disfrutado tanto como yo nuestra labor conjunta. Lo deseo con sinceridad.
Sin más dilación, vamos a lo que realmente importa: el contenido literario. Sean, pues, bienvenidos a mi número siete. Estoy seguro de que aquí encontrarán un mensaje oculto o alguna revelación mística.
Raúl Solís
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